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Un paseo entre esculturas

Todos sabemos que nuestra ciudad ofrece a quien la visita una gran variedad de monumentos, muchos de ellos, además, auténticas joyas arquitectónicas. Pero, quizás, entre todos los testigos y recuerdos de eventos importantes, las esculturas sean las que más desapercibidas pasen.

En un recorrido por Salamanca, y acompañados por un gélido viento, los alumnos de 1º ESO tuvieron la oportunidad de pasearse entre algunas de las esculturas que adornan nuestra ciudad. No solo aprendieron sobre las diferentes historias que se esconden tras Fray Luis de León, el Padre Cámara o el poeta José Ledesma. También averiguaron que las esculturas de bronce precisan de un molde de barro para su fabricación. Además, dependiendo de la técnica del artista, pueden tener acabados “a trazos” o más pulidos y estar recubiertas o no de una pátina. Llegan a pesar varios miles de kilos, motivo por el que han de ser movidas mediante grúas. De ahí que también los pedestales sobre los que reposen tengan que ser de materiales que soporten su peso, como de granito, por ejemplo.

Y entre escultura y escultura, los alumnos también averiguaron más sobre los artistas que dieron vida a estas obras de arte. Nuestro Lazarillo de Tormes, a orillas del río, es obra del salamantino Agustín Casillas, así como el Don Juan en frente del Palacio Monterrey. A Fernando Mayoral, por otra parte, debemos, entre otras muchas, la figura en bronce de Pepe Ledesma, sentado junto a la muralla de la ciudad.

Las esculturas, tan comunes en nuestras ciudades, bien merecen, pues, que nos detengamos para dedicarles una mirada más pausada y atenta. Alzadas sobre imponentes estructuras de piedra o integradas directamente en calles y plazas, no solo son portadoras de la historia del personaje al que representan. También son la huella visible de la vida de un artista y fruto de su particular y laborioso proceso de creación.

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